Viajes inagotados
Selene Rodríguez Alcalá
La abstracción no estaba agotada
Cuando parecía que la abstracción agotó ya su repertorio con aquellos luminosos grabados en madera de Edith Jiménez, o las crayolas de Alberto Miltos o el universo caótico y colorido de Juan Montes, de pronto irrumpe de nuevo con toda la fuerza necesaria para recordarnos que no estaba todo dicho en aquel entonces. Una artista joven, Selene Rodríguez Alcalá, cuelga de los paneles de una galería diez obras realizadas en los últimos años, pertenecientes a dos series: “Vitae” y “Límites”. La artista no se limita a ningún material, recurre a aquellos que en ese momento requieren la obra: pintura acrílica, látex, aerosol, pastel oleoso. Aunque algunas obras pertenecen a su serie “Límites”, es evidente que en el momento de crear no se pone ninguno.
Refiriéndose a estas obras, la artista busca explicarlas diciendo que en la serie “Limites”, ella reflexiona “en torno a los límites geográficos, culturales y personales por los que atravesé durante este último año a partir de mis viajes al interior del país en mi rol de consultora educativa. De manera literal, evocan las líneas recreadas por los ríos y las rutas que se observan al utilizar el GPS. En sentido figurado, los límites personales, convenciones y emocionales”.
Creo necesario advertir al espectador que no debe buscar en estas obras una ilustración literal de las palabras de la artista. Es frecuente que el autor establezca ciertas conexiones entre su obra y sus experiencias personales que permanecerán ocultas a quien “consume” (ver, leer, escuchar) dicha obra. Ello no constituye ningún obstáculo para que se establezca una relación, por encima de lo racional, entre obra y espectador. Vale decir, para que se produzca eso que llamamos emoción, sin saber exactamente de qué se trata y por qué se produce.
En cuanto a la siguiente serie, “Vitae” dice que la realiza “de manera a liberarme de las constricciones del trabajo. Es para mí una suerte de terapia y de devolver a mi vida (vitae) el balance que necesita. La pandemia y el aislamiento del trabajo produjeron cambios dentro de mí, por lo que toda energía no liberada debía ser canalizada y materializa en un soporte. Fue así como surgió esta serie en gran formato”:
Lo mismo que en el caso anterior, las obras no son una ilustración fiel de las palabras de la artista. Aquí debo confesar que la conocí de pequeña, de muy pequeña, por lo que primaba en mí una idea de la fragilidad propia de una niña. Por lo que me pregunto ahora dónde obtuvo el vigor y la fortaleza para enfrentarse con la tela y estampar allí sus colores, con el gesto desinhibido y liberado de cada trazo. Llamativa la obra “Límites II” donde los negros y grises se superponen en trazos muy anchos. Es evidente que la artista estaba liberando esa “energía no canalizada” provocada por la pandemia.
Por último, sorprende que los viajes a diferentes lugares del país hayan terminado empujándola a realizar estas obras. Quería recordar que el escritor Juan Rulfo (“Pedro Páramo” y “El llano en llamas”) agrimensor de profesión, aprovechaba sus largos y solitarios viajes por el campo mexicano para realizar fotografías que tienen, visualmente, la misma fuerza y emoción que su obra literaria.
Si este es el resultado de sus viajes por el “Paraguay profundo”, es de desear que Selene Rodríguez Alcalá no los interrumpa persistiendo no tanto en su profesión como en sus búsquedas estéticas.